viernes, 12 de julio de 2013

A partir de la primera lectura del Cap. I de "De Descartes a Kant" (E. Paolo Lamanna)

  1. No debemos ser partidarios ciegos de Aristóteles, en lo que respecta al conocimiento de la naturaleza (ni, por lo demás, de la Biblia), sino que, si observamos que algo en ella contradice a tal o cual autoridad, debemos tomar partido por la primera, abandonando el error de la última. 
  2. Los experimentos "aprovechan" las leyes de la naturaleza, del mismo modo que el yudoca aprovecha la fuerza del adversario: en provecho propio. Es amoldándose a la dirección general de la naturaleza y sus leyes, y no contradiciéndola, como ésta nos revela gradualmente nuevos conocimientos. 
  3. Saber es poder. F. Bacon piensa que los frutos de la investigación científica redundarán en beneficio de la sociedad, la cual podrá vivir mejor. Comenio, considerando el saber, la virtud y la religión como lo deseable, señala que el saber facilita la virtud, y que ésta propicia la religión. La meta, en ese sentido, sigue siendo Dios, pero este objetivo último no implica el desprecio o desdén de lo terreno, sino que la naturaleza es una especie de camino colmado de enseñanzas latentes hacia ese más allá. 
  4. Matemáticas, mecanismos. Las leyes de la naturaleza, que nos son asequibles, son formulables mediante el lenguaje matemático. La naturaleza se comporta a la manera de un mecanismo, lo que implica que es uniforme y previsible (calculable). 
  5. ¿Se ha matematizado la realidad; se la ha mecanizado? ¿O ella misma, sus leyes, son de carácter matemático? ¿Ella, su comportamiento, es mecánica? ¿Las leyes de la naturaleza tienen alcance universal, o la naturaleza presenta leyes "locales", de modo que el universo se comporta de cierto modo en tal región del mismo y de otro en tal otra? ¿Puede fallar el mecanismo de la naturaleza; tiene, por ejemplo, fuente de energía constante o, como un reloj digital, funciona hasta que se le acaba la pila? 
  6. Comenio señala tres dimensiones en el hombre: los sentidos, la memoria y la imaginación, la inteligencia. La educación del hombre debe alimentar armónica, equilibradamente, esas tres dimensiones. La meta de la educación es la formación de la personalidad. La adquisición del conocimiento debe ser gradual y cíclica: cada etapa del aprendizaje se cierra para volver a abrirse revisando y profundizando en lo anteriormente visto. El aprendizaje debe ser similar al crecimiento de un árbol: se debe velar por el desarrollo de cada rama del saber; el árbol se alimenta de su propia tierra. Esto último se explica así: cada alma contiene virtualmente en sí el conocimiento de todas las cosas, y es como una llama que debe ser alimentada; no debe depender de fuegos ajenos (las opiniones de otros), sino brillar con las fuerzas de su propia razón. 
  7. Aristóteles escribió que la caída de los cuerpos y la flotación de los mismos en el agua era de tal y determinada manera; Galilei, mediante experimentos, demuestra que el comportamiento de los cuerpos en esos dos casos difiere de lo descripto por Aristóteles. Es en ese sentido que la evidencia de la experiencia está por sobre las supuestas verdades de los textos de tal o cual autoridad (Aristóteles; la Biblia).